"He aquí un buen criterio para medir al genio: observad si progresa o sólo da vueltas sobre sí mismo."
Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) Poeta inglés.
El
Decreto de evaluación y promoción 0230 de 2002, ha representado uno de los
capítulos mas oscuros en la historia del sistema educativo colombiano, ya
que según los funcionarios del
ministerio de educación de esa época, la única solución para disminuir los
altos porcentajes de reprobación de grados por parte de los estudiantes de educación
básica y media era limitar la cantidad de estudiantes que podían reprobar el
grado por institución a un máximo del 5 %, lo cual implicó que muchos jóvenes
que reprobaban 5, 6 ó hasta más áreas, eran promovidos al siguiente grado, aún
con más de la mitad de las áreas
asignadas reprobadas y al finalizar sus estudios en grado 11, algunos de ellos
conseguían acceder a la educación universitaria, presentando enormes vacíos
conceptuales, procedimentales y hasta actitudinales en los primeros semestres
de cada una de sus carreras, lo cual derivó en críticas por parte de los
docentes universitarios, hacia los docentes de educación básica y medio,
generando una alta tensión entre ambos grupos, con respecto a este decreto mi
opinión personal es que si bien era injusto que un estudiante tuviera que
reiniciar un grado escolar por no alcanzar los logros mínimos en tan solo 1 de
las 10 áreas asignadas, de igual manera era injusto que estudiantes con
reprobación de más del 60 % de su asignación académica fueran promovidos por la obligatoriedad en el cumplimiento de
una ley, para el año 2009 el ministerio de educación nacional, después de 7
años de resultados desastrosos para la formación académica y social de nuestros
jóvenes, decidió intervenir y publicar un nuevo decreto el 1290 de 2009, en el
cual designan a cada una de las instituciones educativas para que diseñe e
implemente su propio sistema de evaluación y promoción, homologando unos
niveles de desempeño nacionales, desafortunadamente en el municipio en el cual
laboro, los “genios” de la secretaría de educación municipal han quedado con
rezagos del anterior decreto y envían circulares en las cuales informan a
docentes y directivos que los porcentajes de reprobación deben de estar por
debajo de un determinado valor, y más recientemente limitan la escala
valorativa a partir de 2, argumentando que el 0 y el 1 no existen como
valoración, ya que es imposible la ausencia total de desarrollo de competencias
en un proceso educativo, definitivamente es demasiado “FÁCIL Y CÓMODO”
implementar estrategias y ordenes desde la comodidad de una oficina, sin tener
que convivir a diario con las novedades del aula.
Teniendo
en cuenta las anteriores experiencias pienso que es necesario que en todo proceso
evaluativo de un ejercicio de enseñanza aprendizaje, se tomen en cuenta los
factores, conceptuales, procedimentales y actitudinales del individuo y su
relación con el objeto de aprendizaje y su entorno, compañeros y medios, la
evaluación es un proceso que como tal debe de cumplir unas etapas de
diagnóstico, desarrollo y sustentación de
resultados, necesita ser clara, transparente y conocida desde un
principio por parte de los estudiantes, en nuestro rol como docentes debe
primar la justicia, la equidad y la objetividad, teniendo en cuenta las
características individuales de los estudiantes y el desarrollo de habilidades
y apropiación de conceptos, lo cual ha representado un cambio bastante significativo con respecto a
mi perspectiva de la evaluación inicial de hace una década, cuando inicié mi
camino en la docencia.